Para César
Panduro
Hombre:
Tú,
que has peleado siempre
para
ponerle estrellas
al
cielo raso de la habitación
que
compartías con tus hermanos,
tú,
que fuiste capaz de transformar
una
acequia en un río al mismo tiempo
que
el río se volvía sendero
para
que tu abuela partiera al otro mundo
como
siempre soñó: En un bote a remo,
tú,
que vislumbraste en las aves
el
primer amor
y en
las ramas de un huarango
ese
abrazo negado por tu padre,
tú,
que paleaste el hambre
devorando
libros y mitigaste el frío
cobijándote
entre versos ardientes,
tú,
el muchacho loco
de la
música oscura
el
hombre cuerdo del fútbol
que
aun patea un balón
como
cuando tenía 5 años,
tú,
que le has abierto la puerta
a
indigentes extraños
con
la misma generosidad
que
tu corazón a amores ingratos
sin
quejarte jamás,
tú,
que corres en el campo
como
perro sin pedigrí
con
tal de alcanzar
la
velocidad del viento
y
sentirte esa hoja que ya cayó,
tú,
que miras el mundo con la nobleza
de un
niño pequeño,
pero
lo interpretas
como
un sabio añoso,
tú,
que has sabido recoger
mis
penurias en tus hombros
con
vocación de hermano,
tú,
que todo y nada has vivido,
en
esta hora lóbrega, ponte de pié
y
sigue caminando,
como
lo hacías
antes
de conocer los zapatos,
y
sigue caminando,
como
lo hacías
buscando
la respuesta al enigma
de
los lentes oscuros de tu madre,
y
sigue caminando ,
con
la terca fe del poeta
que
vive bajo tu carne
y que
sabe que la luz está cerca,
siempre
cerca
y
sigue caminando…
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