AMIGOS, SOLO AMIGOS

("Silencio" - tinta sobre cartulina de Elizabeth López Avilés)

Su propuesta de amistad me parece un absurdo, pienso en el desperdicio de tiempo y cuerpo, pienso que dos seres solos, merecen libertad de acción, pienso que cualquier madrugada, en alguna avenida lluviosa, refundidos en la penumbra, podría arrancarle primero un beso y después tal vez la ropa, sin promesas que perviertan el instante.

Estamos sentados en el sótano de un bar, la luz de unas pequeñas lámparas iluminan tenuemente, el lugar es perfecto para enredar los cuerpos, dos mesas más allá, una pareja lo sabe y le da curso a sus altos instintos, subiendo el voltaje del deseo. Recurro a distintas tretas para llamar su atención, he rozado sus piernas con disimulo, he hurgado bajo su escote sin pudor, después, he tocado sus manos con ternura, pero nada ha servido, parece que mis artimañas le causan gracia, primero sonríe y después martilla mi cabeza con una frase:

- Que lindo es tenerte como amigo.

Las cosas en el universo tienen la forma que uno quiere darles, ella me ve como un amigo, pero yo no estoy obligado a verla de la misma manera. Entonces de pronto, me encuentro sin recursos ante esa ingenuidad que la hace tan segura, al punto de la exacerbación.

Después de los intentos frustrados, he caído en cuenta que necesito mucho más, soy un pésimo estratega, tengo que instruirme, profundizar en teorías sobre conquistas difíciles, me he jactado tantas veces de mi pericia, y ahora queda develado lo poco que se, o para ser más precisos, que no se nada. Estoy acostumbrado a las cazas furtivas, siempre con presas menores y ahora, frente a un ser inexpugnable, me siento intimidado, reducido a un cachorro inofensivo, incapaz de atrapar una presa importante. Ojala hubiera terminado de leer a Lacan antes de esta cita, entonces quizá, hubiera tenido argumentos sólidos para convencerla de que las trabas morales alejan al hombre de los placeres de la vida. Hemos cerrado la noche con unos mojitos, sin nada que celebrar, al menos no por mi parte, ella ha pedido un brindis, por la amistad.

Hoy salimos a caminar, hay una garua tenue que cae en la medida exacta para disfrutar el paseo. La observo detenidamente, es cándida, risueña, afectuosa y tal vez inconsciente del vorágine que deja tras su paso, sus escotes son reducidos y su pequeña falda delata su esplendor, lame el helado haciendo círculos concéntricos, succiona hasta la última gota del vaso de refresco, se acomoda la ropa interior sin ningún reparo. Es solo una criatura irresponsable. No tengo nada que perder, me siento tentado a recurrir a un arma infernal, tan peligrosa como una dama de hierro, como una silla del diablo. La idea da vueltas en mi cabeza, yo mismo temo recurrir a ella, poco después, he desistido, no puedo ser tan ruin. Nos distraemos con una exposición de arte, respiro un poco, pero luego la falsa quietud, estalla en mil pedazos por obra suya.

- Por favor, se ha soltado la tira de mi brasier, ¿me ayudas?

Es el fin de la aquiescencia, es tiempo de batallar.

Esta noche vamos al cine, la he sorprendido con un ramo de tulipanes, jamás ha visto flor parecida, acaso es la primera vez que llamo realmente su atención, las huele, las acaricia, me pregunta sobre ellas, intento impresionarla con mis falsos conocimientos de botánica, me regodeo. Y funciona, me dice con un gesto esperanzador, que soy el primer hombre en tener tal detalle. Su respuesta alimenta mi fe, los fragmentos de remordimiento que aún daban vueltas en mi cabeza, se esfuman definitivamente, he dado un paso, no es poca cosa en tales circunstancias. Las flores parecen un recurso infalible.

Ha pasado un mes, por fin ha quedado en el olvido su inicua costumbre de destacar nuestra amistad, a estas alturas, no representaría otra cosa que una daga penetrando en carne viva.

Durante este tiempo me he portado como lo que no soy, como un hombre decente, a las flores, le siguieron otras dadivas, todas con intensiones secundarias, así descubrí que no eran las flores en particular las que llamaban su atención, la impresionaba cualquier obsequio. La he complacido, me gusta cuando me dice que soy el primero, lo sigo siendo, soy el único, compartir tanto tiempo juntos, me da esa certeza, pasamos muchas tardes caminando o en cafés, recostados en los pastizales, sin nada que hacer por la vida, son buenos tiempos, ya me acostumbré a mentir, llevo casi treinta días disfrazado de alguien que no soy, no ha sido sencillo, he tenido que transformarme completamente, he cambiado mis hábitos, mi forma de hablar, he construido un personaje, uno realmente ridículo, anodino,  no entiendo como las mujeres pueden interesarse en sujetos tan estúpidos, tan formales, tan conservadores, no lo entiendo. Hace un mes no me miro al espejo, no quiero ver el ser minúsculo en el que me he convertido, son tiempos de guerra, todo es válido, las armas ruines, las caretas, las costumbres desconocidas. Me siento un vencedor, he ganado terreno. La gloria, puedo olerla, está cerca. Pero aun así, prefiero evitar mi reflejo.

Hoy es el día indicado, he cumplido los protocolos, he sido paciente, he mutado mis estrategias de depredador, y en la más vergonzosa de las decisiones, me he disfrazado de un hombre normal. No tengo intenciones encomiables, hablamos de una guerra, por eso, no importan los medios, solo los recursos, mi único objetivo es poseerla, recuperar mi ego y luego el estandarte de mi amada inmoralidad. Después, podremos seguir siendo amigos, si ella quiere, eso importa poco. Es el momento indicado, debo dar el golpe final.

- Necesito decirte algo importante.

- ¿Qué cosa?

- Bueno, creo que he sido evidente en mis actos, estoy enamorado de ti.

-¿Es una broma?

- No es una broma, ¿acaso no lo has notado?

- ¿Lo dices por los obsequios?

- No, hablo de todo, las salidas, los detalles, hemos pasado demasiado tiempo juntos.

- Bueno, los amigos pasan mucho tiempo juntos.

- Pero yo no quiero ser más amigo tuyo.

- Ha sido muy bonito todo pero lamentablemente, no puedo ofrecerte otra cosa.

- ¿Por qué?

- Porque estoy interesada en alguien más.

- ¿Alguien más? ¿Pero si soy el único hombre con el que sales hace un mes?

- ¿Y quién dice que estoy hablando de un hombre...?