dispuesto como cualquier tarde
cruzó los dedos y cerró los
ojos.
no se movió nunca más....
pronto llegaron hombres de
blanco
y tejieron
hipótesis.
ante miradas atónitas,
se abrió una bolsa negra
intentaron echarlo dentro,
moverlo siquiera
pero fue imposible,
pesaba como mil kilos
llegaron cientos de hombres
instante a instante
pero fue imposible moverlo un
milímetro
máquinas,
y enormes cadenas sobre él
pero el cuerpo siguió allí,
intacto, eternizado
pesando como mil toneladas
alguna vez se sospechó
del cuaderno entre sus manos
e intentaron tomarlo,
arrancarlo
pero, era parte de su carne.
no pudieron
Y el mundo tubo que resignarse,
entre compasión o idolatría
pero un día lo olvidaron, quizá
por siempre
el universo marchó algunos años
y no se volvió a hablar de él,
empolvado, intacto
el hombre de la banqueta,
se fue de la memoria, como
todo...
un otoño incierto,
el hombre abrió los ojos
y relajó las manos
guardó el cuaderno como pudo
y lo echó al bolsillo
se puso de pie para tomar el
bus a casa.
las masas se hicieron cerca,
entre delirio y miedo
quisieron tocarlo, pero él,
imperturbablemente sereno
aceleró el paso y se fue.....
"Una vez cumplidas todas las maniobras de la indignidad, me encargué de manipular las cenizas de aquella historia para que parecieran restos de un gran amor. Inventé un tiempo de plenitud que nunca existió. Me obligué a suponer que me amaba pero se resistía a admitirlo, en virtud de vaya a saber qué jarabes psicológicos. Puse en plural sensaciones que fueron solamente mías."
ResponderEliminarLas crónicas del Ángel Gris, Alejandro dolina.