LA PRIMERA ESTACION

ESCRIBIR PARA SER ESCLAVOS, LEER PARA SER LIBRES...

15.3.11

REFLEXIONES APOCRIFAS

("Sed de cambio" Foto by: Helmut Jerí)
Cuando abrí la primera estación en octubre del 2008, me prometí escribir sobre todo, menos sobre política, me equivoqué.
En el Perú cada cinco años el mes de abril se hace insufrible, arden las entrañas, hierve la sangre y una sensación agria de derrota circula en nuestras bocas, porque los peruanos jamás ganamos cuando elegimos, porque los peruanos votamos siempre a perdedores, como duele decirlo, pero nuestra vocación de tercermundistas sufridos puede más, es endémico, parece un asunto genético, nuestras ganas de vivir bajo el yugo eterno de la inmoralidad de la clase política, acaso junto a la de Brasil, la más inmunda de la región.
En cada nuevo ciclo de gobierno parece que hemos tocado fondo y que peor no se puede estar, sin embargo, a veces somos tan perseverantes y logramos lo que parece imposible. A estas alturas debemos tener el encomiable record mundial por ser los primeros (cojudos) en hacerle un fondo al fondo del fondo.  Y en ese sub-fondo estamos, legislados por hordas de especies mutantes y payasos que en conjunto hacen un circo de rarezas, gobernados por siniestros personajes cuyo único fin es vaciar nuestras arcas y hacer del poder una mano gigante, dispuesta a arrasar con nuestro patrimonio, personajes de dudosa reputación cuyas hojas de vida huelen a perfume fresco de burdel, sedientos de poder, lucidos para aprovechar la mínima ocasión de arañar el erario, pero incapaces de manejar adecuadamente el destino del país. Y pensar que los elegimos amparados en repudiables principios de origen popular  tales como: “no importa que robe, mientras haga obras” o “no creo que vuelva a cometer los mismos errores”. Estamos estigmatizados por la regla del “mal menor” y duele, duele no tener opciones que llenen nuestras expectativas, duele tener que elegir entre el ladrón o el honesto incapaz, entre el genocida o el corrupto, duele tener entre las opciones al famoso iletrado, a la bailarina del culo numerado, al deportista fundido, y lo que más duele, es que terminamos llevándolos al poder sin remordimiento, una, dos, tres veces.

Para qué sirve la democracia en un país de gobernantes inmorales y de votantes sin ética, para qué sirve la democracia, si esta consiste en respetar el derecho de las mayorías y las mayorías no ven la honestidad como primer requisito para elegir, votamos al azar, por moda, por ignorancia, por costumbre, sin convicción y claro, todo esto puede ser consecuencia de que votamos por obligación. Para qué sirve la democracia entonces, si es para aceptar la voluntad de un pueblo que se equivoca constantemente. La democracia es pues, el sistema ideal para sociedades más civilizadas, conscientes y maduras  y aunque a estas alturas, es difícil saber qué régimen nos caería mejor, vale la pena meditarlo, pues parece que aun llevamos el sello opresor de la época colonial y esperamos el látigo para dar el paso correcto.

Como duele ser peruano y dejar que la impunidad pase por encima de nuestros derechos más básicos, duele saber que le permitimos postular a la inepta hija de un convicto, corrupto y genocida como Alberto Fujimori, cuyo único afán es revivir la recua delincuencial que gobernó durante la década de los noventa (una de las más negras de nuestra historia sin duda), la misma cuyo record como parlamentaria (léase circo) es impresionante, pero por la cantidad de faltas y ausencias durante sus años de congresista y por su miserable aporte al aparato legislativo. Duele saber que en algún momento pensamos confiarle nuestro voto a un payaso de la televisión, el cual hizo un amago de postulación y removió masas basando su plan de gobierno en temas como la legalización de las drogas y del aborto, duele saber que ningún candidato goza de credibilidad, que todos arrastran un pasado si no negro por lo menos gris, duele saber que se le permite a un tipo como Toledo, capaz de negar su paternidad, capaz de querer mover el consulado peruano en Estados Unidos, de Boston a un ínfimo condado vecino con fines sospechosos nunca sustentados. Duele saber que los candidatos menos pervertidos se han permitido llevar en sus planchas gente incapaz o inmoral, personajes oscuros que incluso han pasado por la cárcel debido a temas de corrupción, entonces, duele todavía un poco más tener que reconocer que tenemos la memoria frágil y los pantalones flojos, que los peruanos equiparamos nuestras calidad de pueblo noble y luchador con una carencia absoluta de valores y principios, por eso todo nos parece aceptable, todo se olvida, todo se perdona, una, dos, diez, cincuenta veces.

Cada cinco años tenemos la oportunidad de revertir nuestra deprimente historia, ojala pudiéramos despertar del eterno marasmo y virar el desesperanzador presente, imposible saberlo, pero tal vez un atisbo de sensatez, un chispazo de razón nos permita por fin poner al Perú en la senda correcta, tenemos cercana la ocasión de hacerlo, ojala se consumara el milagro, porque honestamente, no me gustaría tener que volver a salpicar mi estación con herrumbre, me prometí que no lo haría, pero tanta mierda a los pies, imposible no embarrarse. Ojala fuera la última vez…

3 comentarios:

  1. Anónimo17.3.11

    Helmut, Soy Tino..

    Te pasate cumpa!!!
    Asi se analiza la coyuntura..con ojo crítico y mente lúcida...
    Nunca me cansaré d repetirte:
    NUNCA DEJES DE ESCRIBIR!!!

    Un abrazo, mi hermano!
    -Tw

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  2. Llegue a usted, porque no se que responder cuando preguntan: Por quien vas a votar?

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  3. Estimado Francisco, votemos por aquel que consideremos mas honesto y mas respetuoso de nuestros derechos, por aquel que sepamos que a largo plazo por lo menos, si no puede mejorar el país lo mantendrá con la estabilidad de hoy, suerte en la decisión, que ademas será la suerte del Perú...

    Gracias

    Helmut Jerí

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