LA PRIMERA ESTACION

ESCRIBIR PARA SER ESCLAVOS, LEER PARA SER LIBRES...

22.2.09

MALDITA CIUDAD

("Maravillas de la comunicación" foto by: Helmut Jerí)
El bus entra a la ciudad, son las seis de la mañana tal vez, huele a humedad, el cielo es gris, hay poco trafico, algunos borrachos y drogadictos yacen tirados en las veredas cubiertas de orín, las paredes en muchos tramos están cubiertas con los afiches multicolores que llaman a lo lejos anunciando las fiestas tropicales y folclóricas en las bajos fondos de esta y todas las ciudades del Perú y quizá del mundo ( una vez ví un afiche del grupo Agua Bella pegado en una calle de Madrid).
Dimos vueltas y vueltas, atravesamos calles, puentes, decenas de semáforos, gente esperando en los paraderos para ir trabajar, o regresando de trabajar, ladrones saliendo de sus madrigueras para iniciar sus jornadas, prostitutas abandonando hostales de mala muerte de cinco soles la noche, cuyas paredes sumamente sucias y ventanas con vidrios rotos tienen vista panorámica a los talleres automotrices de los costados ( Siempre hay un hostal junto a un taller de autos y/o un taller de autos junto a un hostal). En las mejores calles, señoras con largas batas floreadas, cabello notoriamente ondulado a la mala, medias generalmente azules hasta casi las rodillas y sandalias de colores indistintos, regando sus veredas y barriendo en compañía de un perro de raza pequeña, plomizo o gris, cubierto de mucho pelo crespo y eventualmente abrigado a la fuerza, mientras que en la casa del costado un hombre de unos 70 años, de poco cabello blanco, vestido con una camiseta blanca con cuello en V, un bóxer de cuadritos, medias marrones o azules (conocidas popularmente como medias de vestir o de talla única) y zapatos mocasines, riega el pequeño jardín frente a la puerta con una extensión de dos metros cuadrados aproximadamente, a lo lejos se ve que de cuando en cuando intercambian algunas palabras, y yo sé, sé que están comentando las ultimas modificatorias sobre las leyes del magisterio, la 19990 exactamente, ambos pertenecen al mismo régimen, ninguno está de acuerdo, especulan, se preocupan, discrepan, de vez en cuando traen al tema a algún conocido, amigo o familiar que pertenece a otro régimen y del cual coinciden en pensar que está mejor que ellos (cuando se envejece se cae en el síndrome del “todo esta mal en mi vida”), de pronto son interrumpidos por que el pompón peludo de la dama empieza a ladrarle a un tipo de mala facha q pasa con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha por en frente, entonces ella le dice “ mota, pasa a la casa, malcriada vas a ver nomás, adentro he dicho shhhhh”…
Nos perdemos nuevamente por otras calles menos pintorescas, cruzamos decenas de semáforos, cruzamos calles, puentes, sobrepasamos vehículos mas pequeños y luego volvemos a entrar en mejores lugares, donde nuevas señoras con su “Mota” conversan con sus vecinos mientras riegan, pero estos son del régimen 20530, y piensan que mejor les va a los de la 19990, repitiéndose esta escena en cada barrio mas o menos decente de esta ciudad indecente.

La hora produce cierta nostalgia, y la inmensidad de la ciudad extenúa aun incluso antes de haber bajado del ómnibus, yo traigo la cabeza pegada al vidrio de la ventana mirando casi de reojo las escenas ya descritas, hasta que llego a mi paradero de siempre, el único que conozco bien y del cual puedo desplazarme con comodidad, me bajo mochila en mano y me dispongo a mis objetivos fijos porque aquí, en esta ciudad inmensa, el tiempo corre el doble.

Camino a paso rápido, observo en vivo y en tiempo real lo mismo que la televisión muestra cada día, se nota que no soy de aquí, camino muy rápido, pero todos me sobrepasan, ha de ser la costumbre, yo soy rápido pero todos los son mucho mas, se ven tan automatizados, todo se torna mecánico, y en este periplo de cuadras y cuadras me voy poniendo melancólico y luego extrañamente deprimido, esta ciudad es demasiado grande para mi, o yo soy demasiado pequeño para ella, me siento ínfimo, empequeñecido, como una hormiga, nada es demasiado bueno aquí, y si lo hay, en la otra cuadra hay algo mucho mejor, el mejor restaurante en Ica es aun muy pequeño comparado con los quince mas que hay en una sola cuadra en esta ciudad inmensa. Acaba de cruzar por la calle de en frente un auto BMW deportivo, negro, dos puertas, año 2006 quizá, conducido por una caballero de unos 25 años, pero detrás, apenas a media cuadra, un Audi plateado hace su ingreso en esta pasarela de cemento, modelo ejecutivo, año 2008, y lo conduce una dama de unos 20 años a lo mucho, porque en esta ciudad nada es demasiado bueno y la gente pugna por la cosa material, mientras yo, yo sigo caminando a ver si me animo a subirme a un micro, por que un taxi me costará por lo menos 10 soles y en realidad he venido con lo justo.
Pensando y pensando en mi necesidad económica incluso se me ocurre que debería sentarme en alguna banqueta del parque Kennedy y poner a la venta mis libros, total aquí nadie me conoce, en un par de horas fácilmente podría vender unos diez libros, y como en esta ciudad nada es suficiente, 10 soles es poco también, la gente no escatima ese precio, debería hacerlo, en cualquier caso, mientras sigo caminando, puedo ir tomando valor, total, aquí nadie me conoce.

He llegado al parque, acabo de recibir una llamada, y tendré que esperas por lo menos dos horas, así que tengo suficiente tiempo para desplegar mi plan de ventas, pero mejor primero doy un par de vueltas para elegir un lugar adecuado. Una mujer hermosa pasa por mi lado, y en la banqueta de en frente hay otra mas hermosa aun, y cientos mas de ellas cruzando las veredas y pistas, entonces insisto en que hasta la belleza abunda en esta ciudad que detesto, los autos hermosos, las mujeres hermosas, las casas hermosas, los restaurantes hermosos, me pregunto si así como en esa competencia tristemente banal, existe también una pugna encarnizada por ser mejores seres, si se lucha por el premio a la ética o la moral, si la honestidad es una moda verano en las mega-tiendas, si invertir en valores es un buen negocio, y me queda clarísimo que en esta ciudad deprimente la cosa interior carece de importancia absolutamente si se le pone al lado de la cosa exterior, y a nadie le importa vestirse bien por dentro, al fin y al cabo, estas generaciones solo nacieron con un sentido, el visual.

Cada paso que doy me va poniendo claro que este universo extraño tiene cierto hechizo negro, cierto aire nocivo que tiene el poder de devolver recuerdos, y eso induce de forma casi imperceptible a la melancolía, !eso es! Esta ciudad genera melancolía, esta ciudad solo sirve para recordar eventualmente lo inmenso que es el mundo y lo pequeños que somos nosotros.

Tal vez por que crecí en un lugar pequeño, tal vez por que los apenas quince mil habitantes, los millones de estrellas, el aire puro, la lluvia, y los campos infinitos hicieron de mi vida un pequeño espacio donde sin embargo jamás hizo falta nada, solo ser libre, en cambio, esta ciudad, esta maldita ciudad me queda grande, esta ciudad que lo tiene todo, sabe arrancar todo, en esta ciudad llena de vida, no se puede vivir, en esta ciudad cubierta de luces, solo hay tinieblas, en esta ciudad llena de gente existe una inmensa soledad, en esta ciudad llena de falsa felicidad es fácil morirse de pena, en esta ciudad de seudo verdades existe una indudable: nada es cierto aquí, odio esta maldita ciudad donde nací y que sin embargo me mata.

Son las once de la mañana, mi cita esta a media hora de llegar, por eso mientras tanto debo aprovechar para darme algunas vueltas por las librerías, quizá mi libro ya haya llegado a los estantes, seria alentador verme allí, acabo de desechar mi calidad de vendedor, no sirvo para eso, mejor debo matar el tiempo metido en alguna tienda, aunque en la tienda jamás sepan quien soy al entrar y me hagan incluso dudar sobre quien soy, al salir.

Odio esta ciudad, porque me recuerda lo mucho que me falta recorrer en la vida, me despierta envidia, me incita a la codicia, me lleva a la indiferencia absoluta, ahora entiendo, aquí no importan muchas cosas, todo los días la gente se muere en las calles pero las almas están tan curtidas que ya interesa poco uno mas o uno menos, al fin y al cabo es la gran ciudad, la gente abunda, uno mas o menos, de cualquier forma nadie lo notaria.

Mi cita ha llegado, nos fuimos a beber un café en uno de estos rincones elegantes del parque, el lugar está excelente, las mesas bien decoradas y todo se ve exquisito, pero eso solo contribuye a ponerme mas triste, todo aqui parece ser demasiado bueno y sofisticado para un ser tan simple como yo, yo quería mi cafetín de esquina con sus sillas de plástico, su mesa con una pata coja y su taza de canje junto al azucarero de aluminio y el café de sobre, tal vez porque me sentía mas en casa, en cambio aquí, llevo tres minutos infructuosos tratando de abrir el azucarero, la taza es demasiado pequeña, dos bocados a lo mucho, el café de un aroma esplendido viene en una jarrita repleta que aun no toco por temor a verterlo sobre el mantel inmaculado, y me pregunto por que estoy aquí, si yo pertenezco a otro mundo, uno mas pequeño y por ende mas sencillo.

La platica ha sido amena, los acuerdos han satisfecho a las dos partes, el café ha sido poco, muy poco, la cuenta en cambio ha sido larga, todos pagan con llamativas tarjetas doradas, yo tomo mi sencillera y me echo sobre las monedas, le comento al cajero que odio las tarjetas, lo cual siendo cierto, no lo es tanto como que odio las tarjetas por que me cuesta de sobremanera tener el suficiente dinero como para poder poseerlas, la vida continua y las penas también, maldigo este lugar y todo cuanto en ella existe, malditos edificios, malditos autos de lujo, malditas mujeres hermosas, malditas joyas, malditas marcas, malditas tiendas, malditas calles, devuélvanme a mi lugar, al lugar al que pertenezco y del que debo alejarme lo menos posible, me quedas grande maldita, demasiado grande para un corazón como el mío…

Antes de marcharme, he decidido dar un par de vueltas más, solo por convencerme de que mi extraña depresión tiene sus raíces en este periplo obligado, vuelvo sobre mis pasos andados en la mañana, ahora está cayendo la noche, es la hora mas hermosa del mundo, se fusionan las luces de los faroles y las del sol, se reflejan en las ventanas de los buses y las inmensas tiendas, y la ciudad se duplica en tamaño, y la tristeza sin duda también, así que es suficiente para confirmar mi hipótesis, acelero el paso y me pierdo en este inmenso bosque urbano, sin que nadie lo note.

La ruta de regreso es la misma, por coincidencia me ha tocado el lado opuesto al de la ida, así que veo la misma ruta triste, pero yo feliz, al fin aliviado. Dimos vueltas y vueltas, atravesamos calles, puentes, decenas de semáforos, gente esperando en los paraderos para ir trabajar, o regresando de trabajar, ladrones saliendo de sus madrigueras para iniciar sus jornadas, prostitutas abandonando hostales de mala muerte de 5 soles la noche, cuyas paredes sumamente sucias y ventanas con vidrios rotos....

Tengo la cabeza pegada a la ventana, mientras pienso y pienso en el lugar que dejo atrás, tengo en mente la relación completa de motivos por los que me hace tanto mal venir, tantos motivos como gente, como carros, como penas, tantos motivos como vidas que nacen y que se extinguen al mismo tiempo en pequeños radios de concreto, tengo tantos motivos como recuerdos, por eso he resuelto ahora que mis viajes sean breves y necesarios, casi urgentes, yo no pertenezco a este lugar, yo soy un animal pequeño y domesticado acostumbrado a transitar por breves extensiones verdes, ciudades como esta son para fieras, para gigantes precámbricos que se atropellan entre si, yo aun creo en el pasto y los árboles, en el andar a pie y la lluvia, en el amor, en Dios y en la única muchacha bella de mi mundo y que me basta para no querer a nadie mas, creo en la honestidad de la gente que me rodea y en la verdad de mi universo, del que existe realmente.

Estoy de vuelta, no quiero irme mas, viajaré lo necesario, me volveré pronto, no miraré las calles y de tenerlas que mirar no las analizaré mas, esta todo definido, soy un animal pequeño y domesticado, no pertenezco a la gran urbe, todos van hacia ella, y mueren felices en sus entrañas, malditos sus recodos, malditas sus calles, maldito su aire pútrido, maldita Lima….


1 comentario:

  1. nada mas cierto que eso mi adorado, son tantos sentimientos que abordan nuestra cabeza en esos momentos.........

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